domingo, 18 de agosto de 2013

(1) La carta

Ciudad de México 11 de Enero de 2013

- Mi madre se sentaba al lado de la ventana y miraba a la calle esperando a que mi padre llegara y algunas noches si lo hacía otras no, entonces mi madre me decía que la noche no tenia temperatura ni forma ni tiempo, que era como una puta, se adaptaba a cada cliente para sacarle lo que quisiera. Nunca entendí lo que me quería decir, tal vez ni siquiera ella lo entendía, pero lo recuerdo porque fue lo único que me decía sin gritarme. 

 Arturo llevaba unas copas de más y el joven que lo escuchaba del que ni siquiera sabía el nombre solo lo acompañaba por la gran suma de dinero que le había ofrecido por ayudarlo a escribir una carta, por lo que se limitaba a escuchar esperando desesperadamente el momento en que el viejo rico quisiera empezar la carta. 

- Sabes en realidad tampoco conocí muy bien a mi padre, o al menos a mi verdadero padre, el señor que estaba casado con mi madre era un alcohólico que había conseguido cuando yo tenía alrededor de unos 4 años. – Arturo vio la cara del joven que estaba sentado frente a el, después volteo a ver su gran estudio que le parecía desconocido en ese momento y al final fijo su vista en el vaso de Jack Daniel´s que tenía en su mano derecha – se que quieres empezar la carta para poder irte con tu dinero, pero te recuerdo que esta no será una carta corta, al contrario, espero que esa silla te parezca cómoda hijo, porque estarás en ella varias horas. 

- No tengo prisa por irme señor, aunque confieso que me extraña la cantidad de dinero por solo escribir una carta. 

El viejo rico sonrió y vio a los ojos del muchacho, parecía un bueno joven era por eso que lo había escogido a el entre todos los demás en aquel bar, no era necesario saber su nombre, lo ultimo que Arturo quería saber de alguien era su nombre. 

- Ya te lo he dicho, yo no soy muy bueno con las computadoras y esos aparatos que ahora todos ustedes conocen tan bien, además el dinero es lo de menos, solo quisiera que después de que escribas lo que te dicte, lo imprimas, lo borres, y lo olvides para siempre. Yo no se tu nombre y tu no sabrás el mío, entendido? 

El joven  asintió con la cabeza, estiro sus brazos y puso sus manos sobre el teclado de la computadora dando a entender que estaba listo.

Entonces Arturo comenzó. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario