Si esto era lo que sintió mi madre, no se porque no estuve mas tiempo con ella.
Only a few find the way, some don't recognize it when they do - some... don't ever want to.
lunes, 12 de diciembre de 2011
18.SEBASTIAN....recordando
Si esto era lo que sintió mi madre, no se porque no estuve mas tiempo con ella.
17... marcada
Sentada en el sillón pude ver a Adrian dormir, ¿qué soñaría?
El ambiente se torno pesado, obscuro con una presencia triste y rencorosa, no tuve que buscar la causa, era obvio que se trataba de Sedit. Existía un espejo de cuerpo completo no muy lejos de mí en la pared de al lado, comprobé mi teoría viéndolo de reojo, ahí estaba, Sedit de pie detrás de mí, viéndome como un enamorado, admirándome.
- y ahora, ¿por qué estás aquí?
Mi tono parecía monótono, aburrido, estaba cansada de sus inoportunas y desagradables apariciones.
- ¿Es qué uno ya no puede venir solo a visitar?
Claro que las personas podían pasar a visitar, el problema es que él nunca iba solo a eso. Sentí como bajaba hasta que su aliento pasó por mi cuello y erizo mi piel.
- Recuérdame Natalia, porque nunca me iré.
Sedit acaricio mi cuello y lo beso con delicadeza con labios de fuego, dolorosos que me hizo recibirlo con un gesto de desagrado y dolor, desapareció en sombras después de sentir su tan familiar sonrisa malévola, pude notar en el espejo la marca roja que habían dejado sus labios, pase mis dedos sobre ella y sentí el pequeño relieve de esa herida, ardía, dolía, quemaba.
- - ¡Sebastián no! –
La voz se escuchó en mi espalda, voltee y reconocí la habitación de hotel donde Sebastián se estaba quedando, pero ya habíamos quedado que nos veríamos en Durango, que hacia ahí. Lo busque con la mirada, la mujer con la que estaba el día pasado en el invernadero estaba en el marco de la ventana, trate de llamarla pero mi voz era inaudible.
- Por favor Sebastián baja de ahí.
Ella estaba llorando, me acerque y entre las cortinas que el viento movía como fantasmas encontré a Sebastián sobre el barandal totalmente ebrio, con los ojos rojos y la ropa sucia y arrugada, veía al vacio, trate de acercarme pero una barrera invisible me impedía acercarme, trate de gritar que se detuviera, estaba desesperaba pero nadie parecía notarme, hasta que Sebastián volteó a mi dirección y pareció verme, dejo caer la botella casi vacía que sostenía en la mano y tras de ella se dejo caer él.
La barrera se disolvió y corrí para inútilmente tratar de sostenerlo, pero al llegar una daga se clavo en mi estomago y no pude seguir, cuando levante la vista Sedit era el que la sostenía, sonriendo y burlándose. Se acercan a mí y me beso en el mismo lugar donde había dejado su marca, sacó la daga lo que hizo que cayera al suelo.
- El es mío
La habitación seguía igual pero ahora yo estaba en el piso, me levante, no tenía ninguna herida, Adrian seguía en la cama durmiendo, recordé la visión, el sueño.
- Sebastián
Corrí esperando que aquel sueño solo hubiera sido eso, un sueño. Había dejado a Adrian dormido, ¿por qué había hecho eso?
Llegue al hotel y el portero me abrió la puerta antes de que pudiera estamparme contra el transparente vidrio, algunas personas trataron detenerme, habrán notado que no era huésped de ahí. El elevador acababa de cerrar, ya no tenía tiempo de esperarlo, subí por las escaleras, sentía mi corazón queriendo salir por mi boca cuando llegue a su piso pero seguía viva, su puerta estaba abierta, me acerque con miedo de que hubiera llegado tarde, abrí la puerta y vi a la mujer rubia tratando de calmar a Sebastián que estaba sentado en el suelo tomando hasta la última gota de alcohol que la botella podía ofrecerle, voltee alrededor la habitación estaba destrozada y al parecer aquella no había sido la última botella que había tomado.
Entre y la mujer me reconoció, pero no me dio importancia, Sebastián por otra parte después de discutir con ella dejo se cuerpo caer al piso, inmóvil, no pareció haber notado mi presencia.
Donde había quedado aquel hombre fuerte y seguro que conocía, Sedit lo estaba volviendo loco, o tal vez y ya lo había conseguido.
- Sebastián
Volteó, ahora yo tenía que ser la fuerte, había llorado demasiado, me acerque y me hinque a su lado, el se sentó y me abraso, pude sentir su miedo, su desesperación, no sabía qué era lo que pasaba. El no podía controlar nada mas, no podía soportarlo. Lo abrace largo tiempo, la mujer rubia se había ido y poco a poco Sebastián comenzó a separarse de mí, tanto como para que pudiera ver su cara.
Sus ojos me lo decían todo, estaba al borde de la locura igual que su madre lo había estado, que podía hacer yo contra un demonio cuando él lo había elegido, cuando la muerte se enamora de ti no te dejara hasta poseerte.
Acaricie su cara, limpie sus lagrimas, bese sus mejillas y antes de poder seguir con su cuello encontré la misma marca que Sedit me había dejado a mi antes de irse, una pequeña quemadura en forma de estrella, pase mis dedos sobre ella y Sebastián se quejo, le ardía como a mí.